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Agosto 2017

En este mes de agosto nos viene una inyección de esperanza al celebrar la fiesta de la Asunción de la Virgen a los cielos, en cuerpo y alma, de la que se nos dice en la liturgia: “Porque hoy ha sido llevada al cielo la Virgen Madre de Dios, figura y primicia de la Iglesia, garantía de consuelo y esperanza para tu pueblo, todavía peregrino en la tierra”. Y con esta primicia, garantía y esperanza, comenzamos el segundo semestre del presente año.

Nos decía el Papa san Juan Pablo II en la encíclica Dives in Misericordiae, «la Iglesia debe considerar como uno de sus deberes principales -en cada etapa de la historia y especialmente en la edad contemporánea- el de proclamar e introducir en la vida el misterio de la misericordia, revelado en sumo grado en Cristo Jesús».

En este mes como colegio recordamos la muerte de don Alberto Vial A., instrumento del que la Providencia se sirvió para tratar de mostrar esta misericordia en el ambiente escolar y de enseñanza de la verdad. En el mismo año de su fallecimiento, habiendo conocido la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, quiso consagrarle el colegio, fiándose solo su providencia para que las familias que eligieran el colegio, más allá de las debilidades de las personas y de la institución, contaran con la seguridad y la certeza del cuidado del buen pastor. Y así, desde estos planes de la Providencia, se ha unido el recuerdo de su fallecimiento con la llegada de la Hermandad, hace ocho años, para mostrar el camino de la misericordia de Dios en el Corazón de Jesucristo.

En los planes de Dios se han unido el carisma del colegio con el carisma de la Hermandad, para ofrecer no solo educación católica, sino ofrecerla en la línea de la infancia espiritual que se aprende de la Sagrada Familia y de Santa Teresita del Niño Jesús. Se vive en la misericordia de Dios manifestada en el Corazón de Cristo Jesús, y en la devoción tierna y entrañable a la Madre de Dios, que se alimenta de la fidelidad indiscutible al Papa y al magisterio de la Iglesia, y que produce una invencible esperanza en el triunfo del amor redentor de Cristo resucitado sobre todo mal y pecado.

Por esto el mes de agosto tenemos una serie de celebraciones que nos llenan el alma de gozo y nos llaman a unirnos en este ideal educativo que queremos para nuestros hijos.

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