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Nuestra línea académica

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La línea educativa de nuestro colegio se funda en dos grandes pilares: el reconocimiento de los padres como primeros y principales educadores de sus hijos, y la fidelidad al Magisterio de la Iglesia.

 

Como respuesta a esto, nuestra línea académica tiene como fin formar personas cultas en orden a alcanzar una síntesis entre el saber humano y la fe. El hombre está llamado a enriquecerse a sí mismo en esta síntesis, con el fin de darse y de trabajar para que todas las cosas tengan a Cristo por cabeza.

Entendemos con la palabra cultura “todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espirituales y corporales; procura someter el mismo orbe terrestre con su conocimiento y trabajo; hace más humana la vida social, tanto en la familia como en toda la sociedad civil, mediante el progreso de las costumbres e instituciones; finalmente, a través del tiempo, expresa, comunica y conserva en sus obras grandes experiencias espirituales y aspiraciones para que sirvan de provecho a muchos, e incluso a todo el género humano”.

El hombre culto es el hombre en el nivel más humano, es quien ha aceptado crecer en el “ser” persona, quiere cultivarse a sí mismo para alcanzar una verdadera plenitud, desarrollando los bienes y los valores naturales. Es por esto que la primera y esencial tarea de la cultura es la educación, que “consiste en que el hombre llegue a ser cada vez más hombre, que pueda “ser” más y no sólo que pueda “tener” más, y que en consecuencia, a través de todo lo que “tiene”, todo lo que “posee”, sepa “ser” más plenamente hombre”.

En la Encíclica Fides et Ratio, SS. Juan Pablo II afirma: “la Fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva a la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo”.

Frente al desafío de cómo se educa a un hijo de Dios para su plenitud como persona, nos encontramos con otro de los pilares fundamentales de nuestra línea educativa: la fidelidad al Magisterio de la Iglesia. Madre, educadora y también “experta en humanidad”, nadie como la Iglesia conoce tan claramente cuáles son las necesidades y los remedios para el hombre y la sociedad de cada tiempo.

La Iglesia nos dice, como la Virgen María en el milagro de la boda de Caná, “haced lo que Él os diga.” Nosotros los educadores, padres y profesores, somos los sirvientes que, obedientes, se dispusieron a llenar las tinajas con agua, “y las llenaron hasta arriba.” Jesucristo transforma esa agua en el mejor vino, al igual que transforma en vida divina lo que nosotros, obedientes a la Iglesia, hacemos con nuestro esfuerzo y dedicación para la educación de nuestros hijos y alumnos. De esta manera, lo natural sirve a lo sobrenatural y la tarea educativa se ordena a su verdadero fin.

En fidelidad a nuestra visión de educación, el colegio ha desarrollado Planes y Programas de estudio propios, que son objeto de revisión y enriquecimiento permanente. En ellos se plasma la intención de lograr en los alumnos el estudio profundo, el amor a la verdad y la belleza, el fortalecimiento de su libertad personal para que, con valentía y generosidad, se destinen a los demás.

De esta manera, los programas diseñados en cada asignatura tienen, a su vez, una fundamentación propia y están destinados a colaborar, por medio de su disciplina, en el desarrollo de una síntesis integradora entre todas las áreas del saber. Buscamos que nuestros alumnos trabajen para instaurar todas las cosas en Cristo, y tal como lo afirma Pablo VI, “cuando el hombre se entrega, además, a las diferentes disciplinas de la filosofía, la historia, las matemáticas y las ciencias naturales y se dedica a las artes, puede contribuir sobremanera a que la familia humana se eleve a los conceptos más altos de la verdad, el bien y la belleza, y al juicio del valor universal”.

El profesor es el corazón de nuestro colegio y toda la estructura organizativa está al servicio de él. El profesor es aquel que ha entendido la verdad en su interior y quiere comunicarla, y es por esto que todo está dispuesto para lograr una primacía en el “rol del maestro”.

Para dar esta educación, consideramos vital la unidad de sentido en todos los quehaceres del colegio: en lo que se lee, en lo que se recibe de cada asignatura, en las actividades curriculares y extracurriculares, en la disciplina, el trato, en el cuidado por las cosas bien hechas (desde los textos, apuntes, guías de estudio, presentaciones, diarios murales, revistas, etc.), en el orden, la belleza, en la forma de disponer el almuerzo, los jardines, la infraestructura, etc.

Dada la importancia y significación que el colegio otorga a esta formación unitaria, es que destina gran cantidad de recursos humanos y materiales con el fin de perfeccionar, actualizar, analizar y transmitir sus modos propios.