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Junio 2022

El Concilio Vaticano II en su decreto sobre la educación nos dice “Todos los cristianos, en cuanto han sido regenerados por el agua y el Espíritu Santo han sido constituidos nuevas criaturas, y se llaman y son hijos de Dios, tienen derecho a la educación cristiana. La cual no persigue solamente la madurez de la persona humana, sino que busca, sobre todo, que los bautizados se hagan más conscientes cada día del don de la fe, mientras son iniciados gradualmente en el conocimiento del misterio de la salvación; aprendan a adorar a Dios Padre en el espíritu y en verdad, ante todo en la acción litúrgica, adaptándose a vivir según el hombre nuevo en justicia y en santidad de verdad, y así lleguen al hombre perfecto, en la edad de la plenitud de Cristo y contribuyan al crecimiento del Cuerpo Místico.”  (CV II. Gravissimun Educationis Num 2)

Así quiere educar el colegio a sus alumnos, así quieren educar los padres a sus hijos contando con la ayuda del colegio y por eso este mes celebramos tres veces la Misa con todos los alumnos.  Si nos dejamos llevar por el espíritu reinante en nuestros días de la eficacia, del exitismo y de lo práctico, no entenderemos la importancia de los acontecimientos que celebramos.

Celebrar es expresar la alegría interior, como el padre de la parábola del hijo pródigo (Lucas 15), por la salvación de Dios. Y al celebrar cada año estas fiestas van impregnando la vida de los alumnos, van hablando no solo a la inteligencia, sino a todo el hombre que capta el sentido de lo grande y trascendente en la liturgia que le adelanta algo de la alegría que un día, por misericordia de Dios, poseerá plenamente en la liturgia del cielo, junto con aquellos que cantan el cántico nuevo de los redimidos.

Todo el colegio se reunirá entregando tiempos, esfuerzos y corazón en la celebración de estas tres fiestas que consideramos importantísimas en nuestra labor educativa: La fiesta de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, que en el colegio la celebramos el primer viernes del mes de Junio, no solo nos lleva a unirnos a los sacerdotes del colegio que celebran su fiesta, sino que nos invita a comprender y vivir la especial relación que existe entre Jesús y María, a la que la Iglesia llama Señora del Corazón del Hijo ya que Él le ha otorgado un dominio de amor, que como en Caná, puede adelantar la hora de la intervención de su Hijo. Por eso acudimos a ella para que haga que Jesús convierta nuestro trabajo de llenar tinajas de agua en el vino nuevo de la salvación.

La fiesta del Corpus, con su procesión, con la entrada de los nuevos acólitos que reciben el alba de manos de sus padres, y con el día que se pasa haciendo compañía al Señor Expuesto solemnemente, indica el reconocimiento de su soberanía, el deseo que tenemos de servirle, de honrarle, de entregarle nuestra vida. Cuando el Rey se pasee por nuestro colegio, en su cuerpo, alma, sangre y divinidad, viviremos expresado el deseo que nuestro colegio sea sólo de Él. Y si nuestras debilidades lo impiden, que su poder y su misericordia lo otorguen.

Y finalmente la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús en la que las Guardias de honor se entregan como servidoras de tan excelso Rey y el director renueva, una vez más, la consagración del colegio al divino Corazón, hacen que nuestros corazones se llenen de confianza para el futuro porque no en nuestros carros, ni en nuestros caballos confiamos sino sólo en el Nombre del Señor que vencidos la muerte y el pecado nos dice “Tened Valor”.

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