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Saludo Viernes 24 de Abril

Queridos profesores y familias:

 

El tiempo difícil que nos toca vivir, puede ir haciendo que se retraiga en nosotros el ánimo y que las dificultades cotidianas nos aplasten de tal manera que se va reduciendo nuestra capacidad de obrar, nuestra alegría, nuestra esperanza. Es posible que nos gane la pusilanimidad, que nos impide obrar el bien.

 

Para poder ser capaces de superar las dificultades, especialmente el temor a la muerte, que impiden la consecución del bien amado, hemos de cultivar la virtud y pedir el don de la fortaleza.

 

Así, para ser fuertes, es necesario amar el bien que se quiere conseguir, enfrentando las dificultades que impiden poseerlo o que amenazan mantenerlo. Alcanzar este bien puede ser dificultoso, arduo, difícil…puede ser que el mal que impide y amenaza el bien sea siempre continuo, presente, permanente en el tiempo y, quizá, considerado más fuerte que nosotros.

 

Es entonces cuando se presenta la fortaleza en toda su plenitud: resistiendo en el bien amado, no un instante, sino cada momento y durante mucho tiempo en fidelidad a este bien. Y así el acto más propio de la fortaleza es aguantar, resistir, perseverar a pesar de las dificultades. Por eso hemos de disponernos y pedir interiormente ese ánimo largo en el tiempo para perseverar amando los bienes verdaderos.

 

Ahora entendemos mejor la exhortación de la palabra de Dios en Isaías 35:3-6, «Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles. Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene y os salvará.»

 

Queridas familias, seamos fuertes, resistamos en la defensa y cultivo de los bienes verdaderos (educación de los hijos y no solo trasmisión de conocimientos), y pongamos toda nuestra confianza en el Señor resucitado, supremo bien que debe ser amado, y fortaleza suma del alma enamorada.

 

Padre Javier Jaurrieta G.

HNSSC

 

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