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Saludo Viernes 17 de abril

Queridos profesores y familias,

 

Aunque parezca mentira, ya es viernes y, como todos los viernes, contemplamos el amor infinito de Dios hacia los hombres que se nos muestra de una manera muy concreta y palpable al contemplar el Corazón de Cristo. Es por esto que hoy quisiera compartir con ustedes una de las grandes prácticas de devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Se trata de algo realmente sencillo, llevar consigo el Detente o ponerlo en la puerta de la casa.

Pero ¿qué es el detente? El detente es un pequeño emblema de tamaño variable hecho de tela, o de un material sólido si se quiere poner en la entrada del hogar. En él se contiene una imagen del Corazón de Cristo rodeado por dos inscripciones: “Detente, el Corazón de Jesús está conmigo” y “Venga a nosotros tu reino”.

El origen de esta práctica se encuentra en una monja francesa, Santa Margarita María de Alacoque a la que se le apareció el Señor. En una carta que envió a una monja llamada Saumaise le dice: “Él (Jesús) desea que usted mande a hacer unas placas de cobre con la imagen de su Sagrado Corazón para que todos aquellos que quisieran ofrecerle un homenaje las pongan en sus casas, y unas pequeñas para llevarlas puestas”. Santa Margarita llevaba y animó a sus monjas a llevar consigo un detente, pero será un poco más tarde cuando, gracias a la venerable Ana Magdalena Rémuzat, su uso se extienda entre la gente.

La devoción del detente ha brillado de manera especial en los momentos de dolor, como la peste de Marsella, en 1720, o en circunstancias donde se hacía complicada la confesión de la fe, por ejemplo: en la Vendée, la Normandía, los cristeros o los carlistas. Son innumerables los milagros hechos por el Señor a través de este sencillo signo.

La razón por la que el Señor nos pide que llevemos el detente es bien sencilla: es propio de quien ama llevar consigo un signo de su amado, así el «detente» es signo de nuestro amor al Sagrado Corazón de Jesús y de nuestra confianza en su protección contra las acechanzas del maligno. Decimos, ¡Detente! demonio, tentación, pasión, peligro, enemistad, tristeza, penas, enfermedad, muerte, infierno…que el Corazón de Jesús, mi Dios, mi Redentor, mi Amor, mi Esperanza… está conmigo.

Cuando se enteró de esta devoción, el papa Pío IX hizo tres cosas. La primera, le dio una bendición especial, dijo: “Voy a bendecir este Corazón, y quiero que todos aquellos que fueren hechos según este modelo reciban esta misma bendición, sin que sea necesario que algún otro sacerdote la renueve. Además, quiero que Satanás de modo alguno pueda causar daño a aquellos que lleven consigo el Escudo, símbolo del Corazón adorable de Jesús”.

En segundo lugar, compuso una oración: “Abridme, oh Buen Jesús, las puertas de Vuestro Sagrado Corazón, unidme a Él para siempre. Que todas las respiraciones y palpitaciones de mi pobre corazón, aun cuando esté durmiendo, os sirvan de testimonio de mi amor y os digan sin cesar: Señor, os amo. Recibid el poco bien que yo hago, y dadme vuestra santa gracia para reparar todo el mal que he hecho. Para que os ame en el tiempo y os alabe por toda la eternidad. Amén”.

Finalmente, concedió una indulgencia a aquellos que lo llevaran.

Así, animarles a que se fabriquen su propio detente, píntenlo, imprímanlo… y llévenlo consigo como signo de amor y confianza en Jesucristo.

 

Un abrazo a todos, que Dios les bendiga y la Virgen les cuide.

 

Padre Josep Vives G.

HNSSC

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