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Saludo sábado 30 de mayo

Queridos profesores y familias del colegio:

Hoy vamos a hablar sobre el don de piedad, que no consiste en tener lástima, misericordia o conmiseración respecto de alguna persona o situación. En primer lugar, leamos la Sagrada Escritura.

«Todos son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús… No hay ya judío o griego, no hay siervo o libre, no hay varón o mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús» (Gál. 3,26). «un solo Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos» (Ef. 4,5). «No recibieron un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibieron un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados» (Rom. 8,15). «Así que, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe» (Gál. 6,10).

Una de las gracias que recibimos por el bautismo es la filiación divina, somos hechos verdaderos hijos de Dios y, en consecuencia, miembros de su familia, la Iglesia. El don de piedad es el que nos lleva a vivir esta relación paterno-filial para con Dios y fraterna para con todos los bautizados.

Infunde en nuestro corazón un entrañable afecto filial hacia Dios, a cuyo corazón nos une llevándonos a entusiasmarnos, admirarnos, enternecernos, conmovernos al contemplar al Señor. Además, nos empuja a tratar con una reverente confianza con nuestro creador.

Como consecuencia de este nuevo modo de tratar con el Señor también cambia nuestra relación con los hombres, especialmente con los bautizados, y con toda la creación. A causa de nuestra sintonía con el corazón de Cristo, producida por el don de piedad, nuestro corazón siente y vive hacia los hombres una verdadera fraternidad y hacia las criaturas una profunda admiración y respeto (un claro ejemplo es San Francisco de Asís, como abraza a un leproso y como trata a las criaturas).

Un fuerte abrazo a todos, que Dios les bendiga y la Virgen les cuide.

Padre Josep Vives G.

HNSSC

 

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