Volver

Saludo Jueves 28 de Mayo

Queridos profesores y familias:

Hoy queremos hablarles del don de ciencia, del regalo del Espíritu Santo por el cual se da en nosotros una lucidez sobrenatural para ver las cosas del mundo según Dios.

Hay un texto en 1Cor 2, 14-16 que es digno de meditar: «El hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu de Dios, son necedad para él y no las puede conocer pues solo espiritualmente pueden ser juzgadas, en cambio el hombre de espíritu lo juzga todo y de ahí que nadie puede juzgarle porque ¿quién conoció la mente del Señor para instruirle? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo».

San Pablo nos está diciendo que hemos recibido la gracia de tener la mente de Cristo, el don de conocer las cosas con su mirada, la capacidad de juzgar las cosas sobrenaturalmente y no meramente con una capacidad natural de conocer las cosas. ¡Qué maravilla! ¡Nosotros tenemos la mente de Cristo!

El cristiano por el don de ciencia conoce las cosas desde la perspectiva del Espíritu Santo. Por este don descubrimos por una parte la hermosura del mundo visible, la maravilla y la dignidad tan grande de la creación que es un reflejo de la grandeza de Dios y al mismo tiempo un anticipo de la gloria que vamos a ver en el cielo pues este mundo es un pequeño espejo de lo que está por llegar; por una parte descubrimos, a la luz del don de ciencia, la hermosura de este mundo y al mismo tiempo descubrimos su vanidad, es decir, que este mundo es transitorio, pasajero, efímero, que se lo lleva el viento.

El don de ciencia nos permite tener estas dos caras de la moneda: por una parte, uno valora este mundo a la luz de Dios de una manera muy superior a la que la pueda valorar alguien que no tiene ese don de ciencia, pero al mismo tiempo también se da cuenta de que este mundo es vano, transitorio, que comparando con lo que es el encuentro con Dios sería vano y absurdo apegarnos y poner en él nuestras esperanzas porque todo es transitorio.

Por eso San Pablo estimaba todo como basura comparado con el conocimiento de Dios y San Francisco de Asís, por su parte, pudo cantar el cántico de las criaturas.

¡Que Dios Espíritu Santo infunda en nosotros esta ciencia que nos lleva a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús!

 

Padre Javier Jaurrieta G.
HNSSC

Publicaciones Anteriores