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Saludo Domingo 13 de Septiembre

Queridos profesores y familias del colegio:

    Volviendo nuestros ojos al Corazón misericordioso del Señor les entrego esta carta que San Claudio de la Colombiere escribió a una religiosa, la cual estaba confundida por algún pecado que la atormentaba. Vean la confianza con que nos habla de la Misericordia de Dios:

     “Conmovido por vivo dolor he leído su carta, y no tanto por las faltas que ha cometido; me hace sufrir más el estado lamentable en que esas faltas la han puesto, a causa de la poca confianza que tiene usted en la bondad de Dios y en la facilidad amorosa con que Él recibe, según debía usted saberlo, a aquellos que más gravemente le han ofendido. Reconozco en su disposición presente los engaños y la malicia suma del espíritu maligno, que trata de aprovechar sus caídas para llevarla a la desesperación. Al contrario, el Espíritu de Dios la inclinaría a la humildad y a la compunción, y le inspiraría que buscase los medios de reparar el mal que ha hecho. Es grande, mi muy querida Hermana, pero no es irremediable. Puede ser un remedio admirable para curarla enteramente de todo orgullo, de toda presunción. Si yo estuviera en su lugar, he aquí cómo me consolaría: diría a Dios con confianza: “Señor, he aquí un alma que está en el mundo para ejercitar vuestra admirable misericordia y para hacerla brillar en presencia del cielo y de la tierra. Los demás os glorifican haciendo ver cuál es la fuerza de vuestra gracia por su fidelidad y su constancia, cuán dulce y generoso sois para con aquellos que os son fieles. En cuanto a mí, os glorificaré haciendo conocer cuán bueno sois con los pecadores y que vuestra misericordia es superior a toda malicia, que nada es capaz de agotarla, que ninguna recaída, por vergonzosa y criminal que sea, debe hacer desesperar del perdón a un pecador. Os he ofendido gravemente ¡oh mi amable Redentor! Pero sería peor todavía si os hiciera el horrible ultraje de pensar que no sois bastante bueno para perdonarme. En vano vuestro enemigo y mío me tiende cada día nuevos lazos; me hará perderlo todo, antes que la esperanza que tengo en vuestra misericordia. Aunque recayera cien veces y mis crímenes fueran cien veces más horribles de lo que son, siempre esperaré en Vos”. 
    

    Que el Señor les bendiga.

Padre Javier Jaurrieta G. HNSSC

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